KODAK FUNSAVER: La desechable que hizo historia

En 1988, Kodak introdujo en el mercado una cámara fotográfica básica desechable, la FunSaver, con las versiones Panoramic y Weekend. Este nuevo tipo de producto no supuso una ruptura con el pasado de la compañía ya que Kodak llevaba mucho tiempo en el negocio de las cámaras fotográficas. Al ser de un solo uso – con capacidad para tomar 27 fotografías – y su bajo precio, obtuvo un éxito inmediato, que llevo a la compañía a que en 1991, la FunSaver tuviera una segunda generación. Construida alrededor de una cámara desechable con flash, uno de los factores que empujaron a Kodak en su desarrollo fue la amenaza de Fuji de lanzar al mercado una cámara desechable, ya que este hecho podía afectar a los objetivos de la empresa (reduciría su rentabilidad, su cuota de mercado y sus ventas).De esta forma el anuncio de Fuji centró el reto técnico, de mercado y de competitividad de Kodak en un punto claramente definido, ya que Kodak conocía bien la cámara que iba a lanzar su competidor y el riesgo que representaba para sus intereses. En aquel momento Fuji pretendía romper la tendencia del mercado con una cámara desechable y barata dirigida a un segmento más numeroso y popular, ya que hasta ese momento la orientación estaba en la calidad dirigida a un segmento profesional o semiprofesional. La amenaza de Fuji también afectaba a la venta de películas de Kodak, su principal negocio, por lo que estos últimos decidieron llevar a cabo una estrategia de penetración para incrementar la frecuencia de uso de sus películas, así con su propia cámara desechable se incrementaría la cantidad de uso de sus películas. Todos estos factores hicieron que Kodak tratara de anticiparse a Fuji en el lanzamiento de la cámara desechable. Para llevarlo a cabo, Kodak contaba con una serie de ventajas, su principal recurso era el tamaño del mercado estadounidense en comparación con el mercado japonés, este mayor tamaño de mercado le permitiría tener más puntos de venta y así más volumen de venta donde rentabilizar su inversión. Si el producto tenía éxito Kodak incrementaría su rentabilidad, su cuota de mercado y sus ventas, lo que mejoraría su posición competitiva y los objetivos de la empresa. Los riesgos que podía suponer esta innovación serían los relacionados con la necesidad de llevar a cabo cambios tecnológicos, organizativos y comerciales para el lanzamiento del nuevo producto. En relación a la decisión de desarrollo del nuevo producto Kodak tomó dos decisiones clave en ese momento que fueron pasar el grupo de cámaras fotográficas del grupo de películas al área de productos de consumo y cambiar la forma en que se gestionaba el desarrollo de nuevos productos, mediante el desarrollo de nuevos productos basado en equipos de trabajo fuertes. Debido a los esfuerzos realizados en la compañía Kodak pasó del concepto al proyecto de desarrollo y de éste al mercado en 18 meses, tanto para la cámara plataforma original como para los productos derivados. Y con la segunda generación y sus productos derivados redujo aún más este tiempo. Para reducir este tiempo de desarrollo y lanzamiento del producto Kodak contó con una serie de factores determinantes como fueron: Contar con una orientación y cultura innovadora en la empresa, ya que a lo largo de los años el pensar creativamente había generado varias ideas importantes relacionadas con las cámaras fotográficas desechables; Además también se generaban ideas dentro de los grupos de trabajo como la cámara fotográfica a prueba de agua (Weekend), que supuso una oportunidad importante; El uso de equipos multifuncionales desde el inicio del proceso hizo que se reduzcan los errores y así también el tiempo de lanzamiento; La dirección del grupo de productos de consumo estableció un equipo interfuncional para liderar las tareas de desarrollo. Contar además con el compromiso y apoyo de la dirección, ya que ésta fue capaz de construir rápidamente un negocio basado en un desarrollo integrado y mejor de nuevos productos. De esta manera se adelanto a Fuji y lanzo su cámara desechable antes que ellos. Su éxito como podéis suponer, fue inmediato y desde entonces otras compañías lanzaron los suyos. En cuanto a Kodak los pedidos sobrepasaron su producción y en ofreció la posibilidad de reutilizar la carcasa de sus cámaras desechables. Para ello, el personal del centro de revelado la regresaba la carcasa a Kodak, quien sustituía algunas partes y volvía a poner en el mercado la cámara. Gracias a este programa de reciclado y reutilización, Kodak consiguió la reutilización de más de 1.5 billones de piezas en el año 2010. A pesar de los años transcurridos desde su lanzamiento, siguen siendo muy solicitados y en Amazon, por ejemplo, es el número 1 en ventas.

QUO VADIS (1951): Entre el sacrificio y la esperanza

El año en que se estrenó este colosal éxito que abriría las puertas de Hollywood a las superproducciones de temas bíblicos, ocurrió un hecho que marcaría el cine de Hollywood durante esa década: la cadena CBS realizó en Nueva York la primera retransmisión pública de televisión en color. De este modo, a la amenaza que ya suponía para los grandes estudios la expansión de los receptores de televisión entre la población, gracias a su abaratamiento tras la Segunda Guerra Mundial, se unía ahora un avance técnico que había sido uno de los principales reclamos de la industria del cine – el brillante Technicolor – para atraer masivamente al público a las salas. Quo Vadis surgió como respuesta a esa amenaza. La poderosa Metro-Goldwyn-Mayer invirtió unos 7,5 millones de dólares en la producción de la película, la más cara hasta ese momento. Se emplearon unos 30.000 extras, el departamento de vestuario confeccionó 32.000 trajes (una cifra nunca superada) y se levantaron unos gigantescos decorados en Cinecittà, los estudios que paradójicamente había hecho construir Mussolini en 1937 para competir con el cine de Hollywood. Fue el nacimiento del llamado “Hollywood del Tíber”, donde se rodarían otras superproducciones del cine histórico-bíblico como Ben-Hur (1959), Cleopatra (1963) o La caída del Imperio romano (1964). Quo Vadis fue un éxito enorme, la película más taquillera del año y del propio estudio desde Lo que el viento se llevó (1939). Recibió ocho nominaciones a los Óscar (curiosamente lo ganó otro filme de MGM, Un americano en París, donde también primaba la espectacularidad de su producción) y revitalizó el subgénero de las superproducciones bíblicas que había tenido su momento álgido durante el periodo mudo. Taquillazos como La túnica sagrada (1953), Los diez mandamientos (1956) o la mencionada Ben-Hur nacieron al calor del impacto generado por la cinta dirigida por Mervyn LeRoy, un director hoy algo olvidado, responsable de otros éxitos de la MGM como El puente de Waterloo (1940), Treinta segundos sobre Tokio (1944) o Mujercitas (1949). La buena acogida que tuvo Quo Vadis no era ninguna novedad. La novela en la que se basa, publicada en 1895 por el autor polaco Henryk Sienkiewicz, se convirtió en uno de los primeros superventas modernos. La obra traspasó rápidamente las fronteras de Polonia, donde se había editado originalmente (fronteras históricas y sentimentales, ya que el país no existía desde hacía un siglo), y se expandió por todo el mundo como el fuego en la Roma “incendiada por Nerón”. A comienzos del siglo XX, Quo Vadis se había traducido a más de treinta idiomas, con un extraordinario impacto en el ámbito anglosajón. Como culminación de este éxito, en 1905 Sienkiewicz recibió el premio Nobel, galardón instaurado cuatro años antes. El autor, quien ya había alcanzado gran renombre gracias a su trilogía sobre la historia de Polonia – A sangre y fuego (1884), El diluvio (1886) y Un héroe polaco (1888) -, fue premiado por la academia sueca “por sus méritos sobresalientes como un escritor épico”. La repercusión de Quo Vadis contribuyó enormemente a impulsar el interés de los lectores por el género de la novela histórica de tema romano-cristiano, que seguía muy vivo gracias a otro gran éxito reciente, Ben-Hur (Lewis Wallace, 1880). Desde un punto de vista estilístico, la novela sirvió también como puente entre el romanticismo (Los últimos días de Pompeya, Fabiola) y la moderna ficción histórica, representada por novelas tan populares como Yo, Claudio (Robert Graves, 1934) o Memorias de Adriano (Marguerite Yourcenar, 1951). Obviamente, las adaptaciones cinematográficas no se hicieron esperar. Quo Vadis nació el mismo año que el cine. Hasta 1927, cuando apareció el sonido, se hicieron nada menos que siete versiones de la novela, la mayoría francesas e italianas, y algunas desaparecidas en la actualidad. A destacar la de 1913, dirigida por Enrico Guazzoni, por ser una de las primeras superproducciones de la historia del cine; y la de 1924, producida en la Italia fascista y dirigida por Gabriellino D’Annunzio, el hijo del célebre poeta decadentista. La novela de Sienkiewicz narra la historia de la persecución de los primeros cristianos en la Roma de Nerón. Además de las muchas licencias poéticas que se toma con respecto a los hechos históricos, el escritor polaco, ferviente nacionalista, deslizó una metáfora política sobre el sometimiento de su pueblo por alemanes, rusos y austriacos, quienes se habían repartido el país en 1795. Según esta alegoría, los antiguos cristianos serían los católicos polacos del siglo XIX – perseguidos por protestantes (alemanes), ortodoxos (rusos) y católicos (austriacos) -, y el despótico Nerón, un remedo de los zares rusos. Este simbolismo, confesado por el propio Sienkiewicz, se hace muy evidente en algunos detalles de la novela. Por ejemplo, en la “nacionalidad” de dos de los protagonistas: Ligia y el gigante Urso, descendientes de los ligios, o lugii, pueblo que vivía entre los ríos Óder y Vístula, en la actual Polonia. También es muy significativa la elección del suceso apócrifo de la aparición de Cristo al apóstol Pedro, donde le hace la célebre pregunta que da título a la novela: “Domine, quo vadis?” (“Señor, ¿dónde vas?”). Según la tradición, ese encuentro descrito en el libro extracanónico los Hechos apócrifos de Pedro – hizo que este asumiera su propio martirio, volviendo a Roma para ser apresado y crucificado – se produjo donde se ubica la iglesia Santa Maria delle Piante, más conocida en la actualidad como iglesia Domine Quo Vadis. Lo interesante es que ese templo fue, durante el siglo XIX, el lugar de reunión de los llamados “resurrecionistas”, una congregación de exiliados polacos, muy numerosos en la Roma de la época, unidos por la fe católica y la esperanza por una pronta “resurrección” de la patria desaparecida. Este discurso nacionalista, apenas oculto entre bacanales y espectáculos circenses, se adaptó en la película de Hollywood al contexto de la época. Estamos en la posguerra, por lo que no es difícil establecer un paralelismo entre la Roma imperial de la película y la Alemania nazi o la Italia fascista, entre Nerón y Hitler o Mussolini, entre la guardia pretoriana de Tigelino y los escuadrones de las SS o las camisas negras, y entre la persecución de los cristianos, a quienes se culpa del incendio de Roma, y fas ocurridas en el siglo XX. Una interpretación “favorecida” también por el origen judío de Mervyn LeRoy y de dos de los guionistas del filme. El éxito de Quo Vadis no solo impulsó el género de las superproducciones de tema histórico-religioso y del péplum de serie B (como el personaje de Urso, quien tuvo su propia saga de películas reconvertido en el forzudo Ursus), sino que también contribuyó a la pervivencia de expresiones y tópicos asociados al filme, de mitos sobre la Roma imperial que han perdurado hasta la actualidad. Un ejemplo es Nerón. Interpretado con brillante histrionismo (y falta de rigor histórico, ya que no hay pruebas de que ordenara incendiar Roma ni de su comportamiento tiránico) por el británico Peter Ustinov, el personaje se convirtió en un modelo a seguir para posteriores Nerones cinematográficos y, por extensión, para cualquier emperador romano al que se quisiera caracterizar como corrupto y depravado, como representante de la decadencia imperial romana (Calígula sería el máximo ejemplo). Otro son las catacumbas. Debido al protagonismo en la película, estas se asociaron para siempre a la clandestinidad y la resistencia de los primeros cristianos, a pesar de que se sabía ya desde las investigaciones del arqueólogo Giovanni Battista de Rossi a mediados del siglo XIX que solo sirvieron como lugar de enterramiento, no para celebrar ritos ni reuniones secretas. De hecho, ni siquiera está clara la persecución de los cristianos por parte de Nerón, en una época donde todavía eran muy minoritarios. Al margen de los tópicos historicistas, un último aspecto de la película que ha perdurado es la expresión latina de su título. “Quo vadis” ha pasado a la cultura popular en forma de marca comercial, como título de libros, artículos, películas, canciones, juegos de mesa, videojuegos… y hasta el nombre de un grupo heavy; y como forma de expresar las dudas o la preocupación ante el camino tomado por un país, empresa o político.

SKYLAB: La única estación especial de la NASA

El 14 de mayo de 1973 – hace cerca de 50 años – la NASA lanzó su estación espacial Skylab, la segunda en la historia, detrás de la rusa Salyut 1. Diseñada por Raymond Loewy con restos sobrantes del Programa Apolo, Skylab orbitó alrededor de la Tierra de 1973 a 1979. Medía 35 metros de largo y pesaba 90-6 toneladas. En ella se realizaron cientos, quizás miles de experimentos, recibiendo a nueve astronautas durante los nueve meses siguientes a su lanzamiento. Pero su vida fue azarosa y su desaparición, traumática. Se pensó que serviría de laboratorio y de hábitat para una tripulación de máximo tres personas, y que en sus planes originales podría durar más de una década en órbita, siempre y cuando se tomaran las medidas necesarias y fuera modificada para este fin. La estación fue construida usando un cohete Saturno V modificado, y su estructura tenía unas dimensiones de unos 25,1 metros de largo y 17 metros de radio, incluyendo uno de sus paneles solares. Su masa era de unos 77.000 kilos. Entre sus partes se encontraba un taller o laboratorio, un departamento de dormitorio, un almacén, un compartimiento para desechos, paneles solares y el telescopio Apolo, acoplado a la estación espacial usando una montura especialmente diseñada para ello. Los astronautas podían viajar a la estación en órbita usando un módulo de mando y servicio de la misión Apolo. Skylab incluso tenía una ducha. Los problemas para Skylab comenzaron inmediatamente al comenzar su misión. La estación espacial fue lanzada al espacio a bordo de un Saturno V el 14 de mayo de 1973, que fue el último vuelo del cohete, y durante el ascenso un escudo térmico antimeteoritos se abrió y se desprendió de la estación, lo que ocasionó que perdiera uno de los módulos de energía solar y se averiara el otro módulo solar, entre otras dificultades técnicas. La primera labor de la primera tripulación de Skylab fue reparar estos daños.La primera tripulación de Skylab fue enviada al espacio a los pocos días, el 25 de mayo de 1973, y consistía del Comandante Charles “Pete” Conrad, el piloto Paul J. Weitz y el piloto científico Joseph P. Kerwin. Estos tres astronautas tuvieron que realizar varias caminatas espaciales para reparar y abrir el módulo de energía solar con el que todavía contaba Skylab durante sus primeros días en el espacio, y colocar un escudo solar para proteger el interior de la estación de altas temperaturas y gases. De no ser por ellos, la misión Skylab habría fracasado al apenas comenzar. Luego, los astronautas repararon el interior de la estación espacial, y permanecieron en ella un total de 28 días. En total, solo tres tripulaciones pudieron hacer uso de Skylab. La segunda fue lanzada el 28 de julio de 1973 y permaneció 59 días en la estación, y la tercera fue lanzada el 16 de noviembre de ese mismo año y permaneció 84 días. La cuarta misión tripulada, llamada Skylab 5, fue cancelada.En general, los astronautas llevaron a cabo varios experimentos e investigaciones científicas relacionadas a la exploración espacial, al efecto en organismos humanos (y psicológicos) de permanecer en microgravedad por tiempos prolongados, e incluso llevaron algunos experimentos de estudiantes de secundaria, incluyendo un par de arañas que, tras aparentemente acostumbrarse a la microgravedad, pudieron tejer telarañas en órbita. Según oficiales de la NASA en un comunicado oficial de 2013, año en el que se celebró el 40 aniversario de la llegada de Skylab al espacio: “Las tres expediciones tripuladas también produjeron un amplio estudio de la Tierra, sus cultivos, clima y cambios en el ambiente. Además, los astronautas completaron un estudio muy importante del Sol y aprendieron a trabajar en el espacio”. Sin embargo, el final de la misión no fue como habrían imaginado. Skylab fue diseñada para permanecer casi una década en órbita. Luego de ese tiempo, la NASA parece no haber tenido muy claro qué es lo que haría. O mejor dicho, cómo lo harían. La gravedad nunca falla, por lo que su reentrada a la atmósfera era más que probable, pero la agencia espacial originalmente tenía intenciones de salvar la estación y prolongar su vida, algo que no pudieron lograr. Skylab poco a poco iba descendiendo de órbita por efectos de la gravedad, por lo que para rescatarla necesitaban impulsarla utilizando algún propulsor, es decir, alguna nave o módulo que pudiera hacerlo. El problema es que la NASA ya no tenía cohetes funcionales, ya que estaban completamente dedicados al desarrollo del programa del transbordador espacial. El plan principal de la NASA era que una de esas naves, pudiera impulsar a Skylab a una mayor órbita. Sin embargo, los expertos determinaron que Skylab no podría esperar a que el programa del transbordador espacial estuviera finalizado en 1981. La estación había descendido más rápido de lo que esperaban, en parte debido a la actividad solar. Por esto, la única alternativa era que Skylab descendiera a la Tierra y se incendiara en la atmósfera, intentando controlar su caída para no afectar ninguna zona habitada. Ese día, parte de la población australiana se vio atemorizada, como recuentan a 7News algunas personas que presenciaron la caída de Skylab ese día, al oeste del país. “Mi esposa y yo nos despertamos luego de media noche tras el sonido de seis explosiones”, comento un testigo en declaraciones a un medio local. “Las ventanas se sacudieron, al igual que las puertas del armario. Salimos de la cama y salimos fuera de casa, pero todo ya había acabado”. Otros incluso lograron ver pequeños escombros en llamas. Los controladores tomaron las medidas necesarias para intentar que la caída se llevara a cabo en el océano Índico, aunque al final parte de los restos también cayeron en una sección poblada al oeste de Australia. Era el 11 de julio de 1979. Todo había llegado a su fin.

MACINTOSH XL (1985): Aquel gran desconocido

Fue el último esfuerzo de Apple para salvar el ordenador Lisa, cuya primera versión fue un rotundo fracaso. Cuando Steven Jobs fue expulsado del proyecto Lisa ( siglas de Local Integrated Software Architecture para unos y el nombre de la hija de Jobs para otros) debido a sus discrepancias con John Couch, jefe del proyecto, Jobs se unió al equipo Macintosh que a larga fue el vencedor y Lisa se convirtió en el primer fracaso de la empresa Apple. Aún así, intentaron salvarlo con el poco conocido Lisa 2 o también llamado Macintosh XL. El Lisa era un gran ordenador pero tuvo la mala suerte de salir a la venta justo a la vez que el Macintosh. Lisa no tenía nada que hacer contra el desarrollo del Macintosh pero intentó evolucionar por su cuenta hacia una gama de ordenadores de un perfil más profesional. De hecho, El Lisa era mucho más potente que el Macintosh, tanto en hardware como en software. Por ejemplo, ofrecía multitarea y memoria virtual, dos conceptos realmente avanzados para la época. En cambio, el objetivo de Jobs era crear un ordenador asequible pero con una características revolucionarias como la famosa GUI en el sistema operativo. Para ello aprovecharía los conocimientos obtenidos durante el tiempo que pasó en el proyecto Lisa ya que le dieron las ideas para luego implementarlas en su querido Macintosh. Finalmente, lo consiguió creando un ordenador que costaba entre 2.000 y 2.500$ de la época, un precio menor comparados con los 3.500 y 5.000$ del Lisa pero que ofrecía características similares. Apple sabía que Lisa tenía un hardware y un software realmente profesional y quisieron darle una nueva oportunidad. Apple reaccionó demasiado tarde pero al menos lo intentó creando un ordenador Lisa mejorado que además incluyera compatibilidad con el Macintosh, el cual tenía un mercado de software mucho mayor. Así fue como nació el Lisa 2. Este nuevo ordenador de la gama, el cual era simplemente un Lisa mejorado, no era suficiente. Era necesario algo más. Apple evolucionó este Lisa 2 con otro modelo que llamaría Macintosh XL, el cual ofrecía toda la potencia hardware y software del Lisa pero además era compatible con el software del Macintosh gracias a una emulación de 64KB de la ROM a través de un software llamado MacWorks XL. Y la idea tuvo unos resultados prometedores, los nuevos ordenadores tenían aún un alto precio (unos 4.000$) pero ofrecían dos ordenadores en uno, es decir, por ese precio (que es menos de lo que costaba un Lisa de la primera generación) tenías un Lisa y un Macintosh. Pero por falta de previsión de ventas (Apple no se esperaba este éxito) Apple se quedó sin piezas y no les rentabilizaba volver a fabricarlas. Así que cuando estas se acabaron, también se acabó el Macintosh XL. A cambio, Apple lanzó una campaña para sustituir todos los Macintosh XL por el Macintosh Plus con un disco duro de 20MB, pagando eso sí, 1.500$ extras. Esta corta vida así como ser herencia directa del Lisa, han convertido al Macintosh XL en un objeto de culto entre los coleccionistas, aunque aparentemente, incluso en el hardware (excepto detalles a bajo nivel) se parece mucho a un Lisa.


HARLEY-DAVIDSON X350: A que no sabes lo que te pierdes

Anticipada desde que se mostraron unos bocetos en el 2019, la moto más pequeña del portafolio de Harley-Davidson se filtró en imágenes a finales del año pasado y se especulaba su lanzamiento en este 2023, lo cual se ha cumplido porque la Harley-Davidson X350 acaba de ser presentada en China, que inicialmente será su principal mercado. Cabe precisar que la X350 es el resultado de la colaboración entre la marca estadounidense y el fabricante chino QJ Motor, de hecho el modelo está derivado de la naked QJ Motor SRK 350 (y de la Benelli 302S). El chasis tubular y el basculante son los mismos en ambas motos, al igual que la horquilla invertida, el monamortiguador posterior y el equipo de frenos. El nuevo modelo de Harley-Davidson emplea un faro de LED, mientras que el propulsor bicilíndrico en línea refrigerado por líquido de 353 cc deberá rendir unos 35 CV. Seguimos especulando un poco, pero las informaciones que tenemos es que la baby Harley será capaz de alcanzar los 145 km/h. En su presentación en China, lo que se ha dado a conocer han sido algunos datos técnicos: 2.110 mm de largo, asiento a 817 mm del suelo, 185 mm de distancia al suelo y distancia entre ejes de 1.410 mm. Además, la nueva X350 monta llantas de 17” equipadas con neumáticos 120/70 y 160/60. El depósito es de 13,5 litros, y declara un peso en vacío de 195 kg. En el equipamiento de la pequeña Harley-Davidson aparte de la iluminación LED, encontramos una instrumentación circular analógica/digital, el depósito y el colín “cuadrado”, el asiento fabricado en una sola pieza y las estriberas montadas en el centro. Por cierto, la Motor Company no solo mantiene una alianza estratégica con la compañía china, sino que en India tiene otra “joint venture” (proyecto conjunto) con otro gigante asiático, en este caso Hero MotorCorp. No olvidéis que China e India tienen alrededor de 2,832 millones de almas (unas cifras que dan perspectiva al asunto). De seguro los amantes de lo retro deben estar de plácemes porque la “mini Sportster” tiene una imagen algo “setentañera” y recuerda a las famosas motos de flat track de la compañía de Milwaukee. La línea es sencilla pero muy Harley, la verdad. Su precio está en torno a los 4.500 euros, pero de momento, Harley-Davidson no tiene previsto lanzarla en Europa. Esperaremos a ver qué planes tiene la marca de Milwaukee para más adelante.


NINTENDO PLAYSTATION: La consola híbrida que nunca llegó al mercado

En el mundo de las consolas de videojuegos encontramos éxitos apabullantes como los de las PlayStation 2 y Nintendo DS, que vendieron más de 150 millones de unidades cada una. Y fracasos estrepitosos como la Pippin de Apple. Pero la cosa no acaba ahí, también se desarrollaron conceptos de lo más interesantes que nunca vieron la luz del Sol. Uno de ellos tiene como protagonistas a Nintendo y Sony, no en el papel de acérrimos rivales (al menos al principio), sino en el de socios de una incipiente industria de los videojuegos. Para sumergirnos en los orígenes de esta interesante historia debemos remontarnos a la década de 1980, mucho antes de la llegada de la PlayStation y la Nintendo 64. Como cuenta Unrealitymag, luego del éxito mundial del NES, Nintendo dio un salto sustancial en las capacidades de audio de su consola de próxima generación, la SNES. Este logro fue posible gracias al hardware desarrollado por Sony, específicamente del SPC700, un chip de 8 bits que había sido diseñado por el respetado ingeniero Ken Kutaragi. La filosofía corporativa de Sony de aquel entonces rechazaba la idea de que la compañía se involucrara en proyectos relacionados a los videojuegos por considerarlos una moda pasajera. Kutaragi, sin embargo, veía en esa industria un futuro prometedor y, aunque la junta directiva rechazaba esta colaboración con Nintendo, se encontró con el apoyo Norio Ohga, el mandamás de la empresa. La casa de Super Mario, no obstante, quería ir un paso más allá. La SNES ya era un gran producto, pero pensaron en añadirle un complemento: soporte para CD-ROM. Se trataba de una idea que, una vez más, requeriría de la colaboración de Sony, que tenía amplia experiencia en el sector y cuya asociación anterior había resultado provechosa. Entonces, en 1988 se firmó un contrato entre estas compañías japonesas. Por un lado, Sony desarrollaría la tecnología necesaria para dotar al SNES de soporte para CDs, en lo que se conocería como SNES-CD. El sistema híbrido permitiría jugar con los cartuchos tradicionales del SNES y con juegos juegos nuevos lanzados en el formato Super Disc. Por otra parte, Sony conservaría el control sobre su formato de discos y podría lanzar una consola bajo su propia marca con soporte para cartuchos de SNES y CDs. El acuerdo se puso en marcha y las empresas empezaron a trabajar, pero el presidente de Nintendo, Hiroshi Yamauchi, de acuerdo a VGC, había empezado a desconfiar de su socio que era el único proveedor del chip de audio de la SNES. Yamauchi hizo un movimiento que puede ser considerado inteligente o un error garrafal, pero estableció conversaciones con Philips. Si las negociaciones salían bien, finalmente serían los holandeses los que se encargarían de aportar lo necesario para dar vida a la SNES-CD dejando fuera de la ecuación a Sony. Este acuerdo, finalmente prosperó y siguió su camino silenciosamente en paralelo. Pero Sony tampoco se había quedado de brazos cruzados. Como señala edge-online, durante el CES de 1991, el fabricante anunció una consola PlayStation con compatibilidad para cartuchos de SNES y CDs. Hasta ese momento todo estaba dentro de los márgenes del acuerdo, que permitía a los fabricantes del Walkman lanzar una consola híbrida. En cualquier caso, Nintendo decidió romper relaciones con Sony, compañía con la que también venía arrastrando conflictos relacionados con la distribución de ganancias del proyecto conjunto. Sin perder un minuto de tiempo, en lugar de limar las asperezas, Nintendo anunció una asociación con Philips para desarrollar la SNES-CD. A Sony no le quedó otro remedio que parar inmediatamente la fabricación de PlayStation. Sólo 200 unidades llegaron a salir de fábrica y jamás estuvieron a la venta. La consola tenía un aspecto muy parecido a la Super Nintendo pero más cuadrada y con una ranura para los discos en el frontal. En los mandos, similares a los de la Super Nintendo, en vez del logo de Nintendo se podía ver el de Sony. Fue un golpe duro, pero durante 1992 ambas empresas trataron de llegar a un nuevo acuerdo que contentara todas las partes y salvar un poco la cara frente a los jugadores. Resultó completamente imposible. Sony, que al principio no había estado interesada en el mercado de los videojuegos, centró sus esfuerzos y recursos en desarrollar su propia consola, que excluía el soporte para cartuchos y brindaba al CD como única opción. Esa consola conocida internamente como PSX, más tarde se convirtió en la PlayStation original, que llegó al mercado en 1994 en Japón, y más tarde a otros mercados. Sin espacio en el nombre… sin Nintendo como socio. La herida de toda aquella situación perduró durante años en Nintendo, que no se animó hasta el 2001 a lanzar una consola compatible con discos ópticos, la famosa Game Cube. A todo esto, durante el tiempo que duró la asociación se crearon varios prototipos de consolas bajo la marca de Sony, conocida no oficialmente como “Nintendo PlayStation”. Poco se supo de esta historia hasta que en el 2015 apareció uno de los prototipos originales de esta curiosa consola. Esta poseía hasta un mando de SNES, pero con la marca de “Sony PlayStation”, un detalle que resulta muy llamativo. Y mejor aún para un coleccionista que en el 2020 pagó 360.000 dólares por ella. Visto en retrospectiva y sin proponérselo, al final Nintendo creó a su mayor rival ¿No os parece?

LAMBORGHINI COUNTACH LP400: El modelo que inició la leyenda

Pocos modelos son tan importantes y valiosos para la historia del fabricante de Sant´Agata Bolognese, como el Lamborghini Countach LP400, un vehículo presentado como concepto en el año de 1971 y que le dio a la marca el camino a seguir en cuanto a diseño se refiere, sentando las bases para los modelos actuales del fabricante italiano y mostrando por primera vez las puertas de tijera que hoy en día son también conocidas como “tipo Lambo”. Se dice que el nombre fue dado a este modelo porque cuando Nuccio Bertone, fundador de la carrocera Bertone y diseñador de Lamborghini en aquella época, vio por primera vez al auto, lo primero que pronunció fue “¡Countach!”, un vocablo que proviene del dialecto piamontés, y que no tiene una traducción literal a otros idiomas, pero es muy utilizado cuando las personas ven algo hermoso. Y con este nombre se bautizó al automóvil, rompiendo la tradición de nombrar a los distintos modelos de Lamborghini con nombres relacionados con el mundo de la tauromaquia. Tras la exitosa presentación del prototipo durante el Auto Show de Ginebra en 1971, el modelo de producción, diseñado por Marcello Gandini, llegó al mercado en 1974, con un tiraje limitado y con varias diferencias respecto al modelo prototipo visto años antes. La diferencia más importante era que, mientras el prinero utilizaba un chasis monocasco, en la versión de producción se tuvo que usar un chasis multitubular, además de que el prometido motor V12 de 5 litros se sustituyó por una versión más pequeña, concretamente el de 3.9 litros que se utilizó en el Miura, dejándolo con una potencia máxima de 372 caballos de fuerza en lugar de los 435 que se habían prometido en Ginebra. El interior también tenía algunos detalles, el más grande de ellos era que la cabina de tamaño reducido encerraba el calor, situación que se agravaba con una baja visibilidad trasera debido a que el medallón era demasiado pequeño para utilizarse correctamente. Aún con esto el diseño del vehículo fue un éxito rotundo por todo el mundo, encantando a grandes personalidades del mundo automotriz, como por ejemplo al mismo Lee Lacocca, directivo de Chrysler, quien adquirió la compañía en los años 80 y al hacerlo exclamó “Me gustó tanto el Countach que decidí adquirir toda la compañía”. La carrocería de este vehículo estaba conformada por una combinación de aluminio y fibra de vidrio para dar ligereza al conjunto, mientras que el chasis miltitubular se había diseñado específicamente para crear un nuevo concepto de diseño, la cabina adelantada, que permitía montar motores de gran tamaño en la parte central del vehículo. Para mejorar la distribución de peso, la transmisión de 5 velocidades se montó delante del motor, quedando básicamente bajo los asientos delanteros. Su motorización V12 con dos radiadores ya había demostrado ser bastante fiable en el pasado y Lamborghini decidió confiar una vez más en ella para llevarlos a la gloria. El resultado final para la marca, tras este lanzamiento, fue un éxito rotundo, que llevó al modelo a permanecer más de 15 años en el mercado, con diferentes versiones que modificaron ligeramente el diseño del vehículo, haciéndolo más delgado, más alto y añadiendo elementos como alerones y entradas de aire, aunque manteniendo siempre viva la su esencia original. La última versión del Countach fue la denominada 25º Aniversario, producida a partir de 1988 hasta 1990 para celebrar el 25º aniversario de la marca, siendo el primer Countach presentado desde la toma del control de Lamborghini por parte de Chrysler. Este modelo de «celebración» estaba destinado a ser vendido solamente en números limitados, pero resultó ser el Countach más vendido que se haya fabricado, alcanzando un total de 657 unidades antes de ser reemplazado por el tan esperado Diablo en 1990, que en realidad estaba destinado para conmemorar este aniversario, pero su prototipo todavía no estaba listo para la presentación en 1988, así que decidieron un Countach completamente nuevo para este evento. La producción del Countach finalizó en 1990 y todavía goza de un reconocimiento masivo por los aficionados al motor, siendo sustituido por el Lamborghini Diablo que, a fin de cuentas, no es más que la evolución del Countach, manteniendo gran parte de su diseño. Sin duda podemos considerar al Lamborghini Countach LP400 como uno de los modelos más exitosos para la marca, formando parte vital de su historia y marcando de muchas maneras el camino a seguir para el toro italiano en los años venideros, demostrando su grandeza y asentando otro duro golpe a su acérrimo rival, Ferrari, quien se quedó rezagado por varios años en cuestiones de diseño y rendimiento.