ATARI 2600+: Una consola retro que rinde homenaje al pasado

Fanáticos de la nostalgia, regocíjense. Atari acaba de anunciar el lanzamiento de la Atari 2600+, una versión modernizada de la icónica 2600, la consola que marcó la historia de los videojuegos. En efecto, el nuevo sistema se presenta como una recreación fiel, con la grata novedad de que es compatible con un amplio listado de cartuchos originales. Obviamente, al tratarse de una versión actual de una consola de antaño, la Atari 2600+ está dotada de elementos que no existían hace más de 40 años. Tales los casos de la salida HDMI para conectarla fácilmente a cualquier televisor o monitor de hoy en día, o la alimentación a través de un puerto USB-C. Atari ha trabajado junto a la empresa PLAION para el desarrollo de esta modernización de la histórica 2600. Vale mencionar que el modelo replicado es el de 4 interruptores que se comercializó entre 1980 y 1982, y no el de 6 interruptores que se introdujo originalmente en 1977. La Atari 2600+ no solo respeta fielmente el diseño original de la consola, sino también el del mando CX40 (en este caso rebautizado como CX40+). Si bien el nuevo lanzamiento incluye un controlador, los interesados también podrán comprarlo por separado. Además, Atari venderá una réplica del recordado mando paddle CX30 que utilizaba perillas en lugar de palancas. El punto más atractivo de la Atari 2600+ es que, como dijimos al comienzo, es compatible con una amplia variedad de cartuchos originales. Pero el dispositivo no se limita a los juegos de la 2600, sino que también funciona con los de la 7800, consola que salió a la venta en 1986. De hecho, Atari ha publicado un extenso listado de juegos compatibles con la 2600+. Allí, los jugadores pueden ver que la gran mayoría de los títulos disponibles para ambos sistemas —tanto de Atari como desarrollados por terceros— han sido probados y funcionan. Es cierto que, aun así, varios aparecen como no testeados, pero solamente tres videojuegos están marcados como imposibles de jugar: RealSports Boxing, The Texas Chainsaw Massacre y Super Cobra. Quienes no dispongan de cartuchos originales tampoco tienen de qué preocuparse. La Atari 2600+ llegará con un cartucho 10 en 1 que incluirá los siguientes juegos: Yar’s Revenge; Video Pinball; Surround; RealSports Volleyball; Missile Command; Maze Craze; Haunted House; Dodge ‘Em; Combat; Adventure. Además, el mando CX30+ se venderá con un cartucho 4 en 1, y Atari también comercializará cartuchos independientes de Mr. Run and Jump y Berzerk – Enhanced Edition. Vale decir que la nueva versión de la Atari 2600 no incluirá componentes súper potentes bajo su carcasa retro. La consola presentará además un microprocesador Rockchip 3128 con 256 MB de memoria RAM DDR3. Mientras que el almacenamiento interno será de 256 MB (eMMC) no expandible. De esta forma, la compañía ha tratado de mantenerse lo más fiel posible a la potencia y el rendimiento que ofrecía la videoconsola original. No olvidemos, además, que quienes busquen una experiencia de emulación con hardware moderno pueden inclinarse por la Atari VCS que se lanzó un par de años atrás. En cuanyo a su coste y disponibilidad, la Atari 2600+ estará a la venta a nivel mundial a partir del próximo 17 de noviembre. El paquete «convencional», que incluye la consola, un mando CX40+, el cartucho de 10 juegos en 1, el cable de alimentación USB-C y un cable HDMI, se venderá a cambio de 129,99 dólares/119,99 euros/99,99 libras esterlinas. Quienes deseen comprar otro mando CX40+ tendrán que desembolsar 24,99 dólares, 22,99 euros o 19,99 libras esterlinas. Mientras que el CX30+ con un cartucho de 4 juegos en 1 se venderá a cambio de 39,99 dólares, 34,99 euros o 29,99 libras esterlinas. Por último, los cartuchos de Mr. Run and Jump y Berzerk – Enhanced Edition costarán 29,99 dólares, 29,99 euros o 24,99 libras esterlinas cada uno.


YAMAHA RD 500: Una moto de ensueño

Hace muchos años, hubo una época en la historia del motor en la que algunos vehículos eran 100% pasión y locura a partes iguales, en la cual aspectos como el consumo homologado o las normativas anticontaminación podrían sonarnos a chiste y eran la última de las preocupaciones en las que pensaban los ingenieros. La Yamaha RD 500 pertenece a esa época. Corría el año 1984 cuanto a la casa de Iwata en Japón se le ocurrió la brillante idea de hacer una moto ideal para carreteras que fuese prácticamente similar a las 500 que corrían los grandes premios el fin de semana. Cabe precisar que a finales de los años 80 ya comenzaba el declive de los motores 2T. En cuanto se aumentaba la cilindrada para lograr potencias elevadas, los contras de este tipo de mecánicas empezaban a ser inasumibles: consumo bestial de combustible y aceite, así como un mantenimiento más exigente, y por último una entrega demasiado brusca y salvaje de la potencia. El corazón de la RD 500 estaba compuesto por un motor tetracilíndrico en V refrigerado por agua de 500 cm3 y dos tiempos. Contaba con el avanzado sistema Yamaha Power Valve System (YPVS) mediante el cual se podía regular el paso de los gases a través de la lumbrera de escape en función de las revoluciones del motor, de tal forma que se obtenía un mayor rendimiento. La potencia alcanzaba los 88 CV a 9.500 vueltas, una cifra que para los estándares de hoy en día puede sabernos a poco, pero eran otras épocas. Declaraba un peso de unos 170 kg en vacío. La mecánica 2T era compacta y ligera, por lo que en comparación pesaba mucho menos que otras deportivas de la época. Destacaba también la caja de cambios de extracción rápida, otra herencia del mundo de las carreras y la competición. Como solía ser habitual en aquellos tiempos, la parte ciclo estaba bastante por debajo de las capacidades del propulsor, lo cual hacia aun más emocionante y arriesgada la experiencia de pilotar una moto de estas características. El chasis era de tipo perimetral construido con secciones rectangulares de acero, y rigidez no sería una palabra adecuada para describirlo. Para los frenos se empleaban dos discos de 267 mm mordidos por pinzas de dos pistones opuestos en el eje delantero y una suspensión de horquilla telescópica con sistema anti hundimiento regulable; algo que, desde el desconocimiento, puede sonar muy bien, pero cuyo funcionamiento está a años luz de los trenes delanteros invertidos a los que estamos acostumbrados hoy en día. Las medidas de los neumáticos también impresionan y acaban por completar ese cúmulo de razones por las cuales cabía pensar que esta moto solo era apta para los más valientes. Montaba una 120/80/16 delante y una 130/80/18 atrás. Hoy en día por cierto, existen motos de 125 con medidas incluso mayores. Estéticamente, este modelo seguía los cánones del diseño de deportivas de la época, con un carenado integral de líneas más bien rectas y angulosas y un faro rectangular presidiendo el frontal. Para la pintura Yamaha se decantó por el clásico bitono rojo y blanco, lo tradicional en los modelos de competición de la casa de Iwata. Destacaba el hachazo del colín, que prácticamente acababan en un ángulo recto vertical y por el que emanaban sus cuatro salidas de escape -una por cada cilindro- como es imperativo en estas mecánicas sin válvulas. Hoy en día, quien tenga ocasión de conducir una de estas reliquias puede considerarse un privilegiado. Ya no se hacen motos como esta, y aunque ahora estamos asistiendo cotidianamente a la presentación de algunos modelos espectaculares, ya no queda nada parecido a la patada que tenían estos motores de agujeros y al olor a aceite quemado que desprendían al pasar. Si te gustan este tipo de juguetes, has de saber que es relativamente fácil adquirir unidades. Al tratarse de motos clásicas que están enfocadas en dar pequeños “paseos” recreativos, casi todas están en un estado de conservación excelente. El problema es que se cotizan a unos 19.000 euros, aunque por ese precio, te llevas un pedacito muy especial de la historia del motociclismo.


AREA 51 (2005): Nadie estará a salvo de ellos

Como sabéis, el Área 51 es un misterioso lugar ubicado en los EE.UU. que ha dado origen a múltiples teorías de conspiración, porque se dice que guarda restos de naves alienígenas y de los seres que los conducían, aunque también se afirma que lograron capturar a algunos con vida y los mantienen allí, sometiéndolos de alguna manera a intensos interrogatorios – aunque no dicen como, ya que su idioma es ininteligible para los humanos – para saber sus secretos. Como podéis imaginar, esta conocida leyenda ha logrado impactar de manera considerable a todos los medios de entretenimiento. En especial cuando se habla de su conexión con los extraterrestres y la tecnología de otro mundo. Y es que no solamente está envuelta en misterio, la misma naturaleza de esta es misteriosa. Precisamente, dio origen a una saga de videojuegos que literalmente lleva por nombre Área 51, el cual por cierto tuvo dos entregas, En cuanto al primero de ellos – desarrollado por la extinta Midway Games – fue lanzado en octubre del 2005, para Microsoft Windows, PlayStation 2 y Xbox, También se planeó para la versión de Nintendo Gamecube pero finalmente fue cancelada. El juego nos sitúa en el Área 51 y nos otorga el papel de Ethan Cole, un especialista del grupo HAZMAT (del inglés HAZardous MATerials, «materiales peligrosos») del ejército estadounidense, enviado a la zona para investigar unos extraños sucesos. Sucede que el Área 51 está bajo cuarentena por la expansión de un extraño virus alienígena que infecta y muta a los humanos, dejándolos totalmente carentes de voluntad. Al comienzo del juego se devela que el recinto se encuentra edificado sobre una colonia alienígena, lo cual nos pondrá en estado de alerta máximo por lo que pueda pasar más adelante con un equipo alfa hasta la cuarta parte. El devenir de la historia nos llevará a tener que recorrer la inmensa base para evitar la expansión al resto del mundo del virus, en este periplo nos encontraremos con un panorama distinto a lo que esperábamos en un principio ya que los seres humanos mutados están combatiendo con los no mutados, convirtiendo toda el Área 51 en una gigantesca zona de batalla. Según avancemos en el juego, iremos descubriendo secretos sobre el Área 51, revelados por los múltiples personajes que nos encontraremos por el camino, como la verdad sobre el caso Roswell, el falso aterrizaje en la luna, las autopsias a alienígenas o las respuestas a la conspiración gubernamental, además de que, en cierto punto del juego, nos daremos cuenta de que somos inmunes al virus y podemos controlarlo a voluntad. Por otra parte podremos encontrar otros miembros de HAZMAT que en lugar de darnos información se nos unirán para realizar ciertas misiones de forma cooperativa. A nivel jugable recorreremos 8 niveles enormes a lo largo del área infectada, enfrentándonos a todo tipo de enemigos mutantes y seres alienígenas. Para hacernos la vida más fácil contaremos con un arsenal compuesto de 10 armas reales, usadas por el ejército estadounidense y en las que se incluyen metralletas, escopetas, granadas, rifles de francotirador y revólveres de gran calibre. Por otra parte, la principal arma del protagonista será él mismo, ya que con la mutación que sufre va ganando poderes, además de desarrollar armas naturales que surgen de su propio cuerpo, como por ejemplo un enjambre de parásitos que busca a los enemigos hasta darles muerte, o un poderoso ataque cuerpo a cuerpo que destroza los enemigos rápidamente. En suma, nuestra misión será la de infiltrarnos, descubrir la verdad, y si tenemos suerte, salir con vida. En el 2007 se lanzó su segunda entrega, titulada BlackSite: Area 51, donde extrañas criaturas del espacio exterior amenazan la perduración de la raza humana, pero de ellos ya nos ocuparemos en una próxima entrega ¿Vale?

BEEPERS: Los buscapersonas desaparecidos sin pena ni gloria

Actualmente, enviar un mensaje es algo muy sencillo. Simplemente, tomas tu smartphone y abres una aplicación como WhatsApp o Telegram. Sin embargo, hubo un tiempo (no muy lejano) donde esta práctica era muy laboriosa, ya que requerías la ayuda de una tercera persona y necesitabas un pequeño dispositivo llamado beeper para leer lo que te escribieron. También conocidos como buscapersonas, estaban preparados para recibir notificaciones durante las 24 horas del día. Muy usados en países avanzados tecnológicamente durante su auge, los beepers parecían reservados a aquellos que necesitaban estar localizables a cada momento y, todo sea dicho, que podían permitírselos. Médicos, directivos, pilotos, operarios de mantenimiento, policías. Pronto se hicieron más populares pero en sus inicios eran sólo para unos pocos. Para conocer el origen de los beepers tenemos que remontarnos al año 1921. Fue el año en que se ideó y construyó un dispositivo que permitía a los miembros del Departamento de Policía de Detroit estar localizables en todo momento, aunque no fue hasta 1949 cuando el gadget pasó a llamarse como tal: buscapersonas. Todo gracias a Al Gross. Entonces, los buscapersonas saltaron de profesión y los hospitales se unieron a los policías en el uso de estos dispositivos que requerían de una frecuencia muy concreta para funcionar, reservada para ellos más adelante por la FCC. Las frecuencias de 152,0075 Mhz y 157.450 Mhz. Aunque éstas se usaron únicamente en los EEUU. y cambiaban en función del sitio en el que se empleasen. Los buscapersonas fueron evolucionando con el paso del tiempo. Inicialmente sólo transmitían una sencilla notificación y había que llamar a un número concreto para poder obtener más información. Más adelante empezaron a transmitir directamente el número de teléfono de quien nos buscaba, ahorrándonos la llamada a nosotros, y finalmente fueron capaces de transmitir mensajes de texto, similares a los SMS. Aquellos que hayan nacido luego de los 90 quizá no hayan oído hablar de estos beepers o buscapersonas ya que fue en ella cuando vivieron su máximo esplendor. Pero nada es eterno y los buscapersonas siguieron funcionando unos cuantos años más. Concretamente, las frecuencias que los soportaban acabaron cerrándose en el año 2012, el momento en el que las operadoras decidieron dar carpetazo a un sistema de mensajería que había funcionado durante décadas y que, contra todo pronóstico, era más fiable que los actuales sistemas que emplean los móviles al no depender de satélites. A día de hoy aún se encuentran beepers de todo tipo en webs de venta de artículos de segunda mano. Ya no son operativos al haberse cerrado todos los servicios que permitían su funcionamiento, pero se sigue comerciando con ellos por su valor nostálgico. No es extraño tampoco encontrar coleccionistas que pagan una buena suma si queremos deshacernos de alguno particularmente extraño. Como comentábamos al principio, los beepers precedieron a los teléfonos móviles y murieron a causa de la proliferación de éstos. Podríamos decir que los buscapersonas fueron los padres de los SMS, al igual que éstos lo fueron de la mensajería instantánea actual. El WhatsApp de hoy en día nació hace casi 100 años y lo usaban las fuerzas del orden. Curiosamente, el mismo nacimiento que el actual internet. Quien lo iba a pensar.